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Del flujo total de envases y embalajes plásticos en Chile sólo un 8% es recolectado para el reciclaje, el 88% se deposita en vertederos y el 4% se filtra fuera del sistema de recolección, es decir, o no se recopila en absoluto o se recopila, pero luego son vertidos ilegalmente o mal administrados (Asipla (2020). Estadísticas industria del plástico, informe 2019)
Es decir, hoy en día, el 92% del valor del material de embalaje de plástico anuales se pierden luego de un primer uso. Lo que refleja una continuidad en el modelo lineal del flujo del plástico: Tomar, usar, desechar.
A pesar de las cifras, este análisis revela una oportunidad significativa para aumentar la circularidad y capturar el valor del material. Donde se deben transformar todos los elementos del sistema: cómo gestionamos los recursos, cómo hacemos y usamos los productos, y qué hacemos con los materiales posteriormente. Sólo entonces podremos crear una economía próspera que pueda beneficiar a todos dentro de los límites de nuestro planeta.
En este contexto, hay distintas prácticas capaces de aumentar la circularidad y lograr cerrar el ciclo, pero una de las más fáciles y por la que se debe comenzar es prolongar la vida útil de los productos por el mayor tiempo posible, evitando que se convierta en basura y se deseche rápidamente.
La reparación forma parte del círculo interno de Economía Circular, ya que revalorizamos los recursos finitos incrustados en los productos de consumo que poseemos. Pero también se trata de mantener la utilidad de los productos y de reemplazar sólo aquellos componentes que estén desgastados o rotos. Por lo tanto, estos también deben ser diseñados de tal manera que las reparaciones puedan ser fácilmente completadas.
Te dejamos algunas recomendaciones asociadas a la mantención y reparación de productos: