En Chile, se generan y consumen productos con envases flexibles equivalentes a 341.984 toneladas anuales, según datos entregados por el Pacto chileno de los Plásticos. De ese total, solo se recicla el 7,9%, que corresponde casi exclusivamente a envases flexibles de posconsumo industrial, mientras que todo el resto termina en rellenos sanitarios o en el medio ambiente. Por esto, recuperar y reciclar estos plásticos que constituyen la mayoría de los envases de alimentos a nivel domiciliario es un gran desafío. En este contexto, dicha iniciativa inició la campaña “Duro con el Flexible”, que consiste en separar y recolectar envases de plástico flexible a nivel comunal, luego clasificarlo y reciclarlo, según explica la directora del Pacto, María Fernanda Valdivieso.
–¿Cuáles son los envases flexibles de uso domiciliario, cuáles entran en esta definición y por qué son los más problemáticos?
Los envases plásticos flexibles corresponden a uno de los materiales más usados por la industria alimenticia para el envasado, representando casi la mitad de los empaques. Esto, porque sus características son apropiadas para la conservación de alimentos: son impermeables y tienen alta resistencia a la temperatura y a la corrosión de ácidos o alcalinos. Además, tienen bajo peso en relación a su superficie; su transporte es barato y eficiente, lo que se traduce en una huella medioambiental, en este ámbito, más baja en comparación a otras materialidades. Son versátiles para adaptarse a las particularidades de embalaje de distintos tipos de productos; y, por último, son reciclables, en la medida que sean diseñados y dispuestos correctamente.
Por todas estas características, son los tipos de plásticos con mayor crecimiento. En el mundo se producen cerca de 50 millones de toneladas de envases flexibles, lo que representa cerca de un 40% de todos los envases de plástico por peso. El problema es que, así como tienen características beneficiosas para la conservación de alimentos, son principalmente de un solo uso, es decir desechables, y muy pocos se reciclan.
-En Chile, ¿están incluidos en alguna normativa de reciclaje?, ¿cómo es en otros países?
Hasta el momento, no existe normativa específica para estos tipos de plásticos a nivel nacional. Es por eso que pilotos como el que estamos realizando a través de la campaña “Duro con el Flexible” nos entregarán información valiosa para gestionar de mejor manera este material en el futuro. Esta situación es similar en el resto del mundo, donde la gestión y posterior valorización de este tipo de envases es también compleja. Han surgido, sin embargo, iniciativas interesantes de las que tenemos mucho que aprender, como por ejemplo la de la Fundación Ellen MacArthur, que está liderando un proyecto que se centra en el desarrollo colaborativo de una hoja de ruta para envases flexibles de tamaño pequeño en una economía circular.
Cabe destacar que estos plásticos sí están incluidos en La Ley REP que está próxima a implementarse en Chile y que propone metas para el reciclaje de plásticos de forma global, es decir no diferencia por tipos de plásticos, y que se viene a hacer cargo de los envases y embalajes domiciliarios y no domiciliarios, para colectarlos de manera gradual. Entonces, con esta campaña “Duro con el Flexible” ayudamos a concientizar acerca de la importancia de generar hábitos, empezando a diferenciar entre distintos tipos de envases que tienen que ser separados porque son materiales con el potencial de ser reciclados.